El otoño me está enseñando muchas cosas... como el árbol frente a la ventana de mi habitación cuyas hojas cada vez están más amarillas y caen poco a poco, arrastradas por el soplo del viento, sin resistencia, dejándose llevar y entendiendo que así es el ciclo de la vida y que así es como debe ser. Sería estúpido para una hoja pensar que no debería de estar cayendo, querer aferrarse con todas sus fuerzas a la rama que la sostiende, acarreando un esfuerzo y sufrimiento "sobrehojano".
¿Por qué entonces, los humanos nos empeñamos en que las cosas sean a nuestra manera, tratando de alterar lo inalterable del curso de la vida, enfermando, culpando e ignorando?
Seamos como las hojas, sabiendo que una vez el árbol esté desnudo por completo, sin nada más que soltar, estará preparado para florecer, sacando lo más bello, real, sutil y preciado de su interior sin apegarse a ello porque es consciente de que finalmente, esto acabará cayendo, marchitando y desnudando para volver a empezar. El eterno retorno de lo idéntico lo llamaba Nietzsche. ¿Acaso no es bello?
PDA: Gracias a Ricardo Andres Tomas (flowpiano) por su precioso vídeo, que me ha animado a subir el texto que escribí hace unas semanas.
Mucho amor
Escrito el 15 de octubre de 2017 bajo un platanero del Clara Park en Leipzig.
Mucho amor
Escrito el 15 de octubre de 2017 bajo un platanero del Clara Park en Leipzig.
Mi fuente de inspiración aquella tarde |