viernes, 4 de mayo de 2018

El manzano y los niños perdidos

Recuerdo lo mucho que me afectaba que me dijeran que era un inmaduro cuando era pequeño. Me sentía atacado, vulnerable y enfadado. 

Ahora, con 23 años, me acabo de dar cuenta del sinsentido de todo eso y de que, realmente, aún era inmaduro cuando otros ya habían madurado. Ahora bien, ¿en qué momento empezamos a considerar que ser maduro es algo digno de valoración y aplauso y ser inmaduro algo digno de vergüenza y de castigo? Ahí radica el sinsentido de esta historia.

Pongamos como ejemplo un manzano. El manzano, cuando empieza a dar manzanas las deja que vayan creciendo a su ritmo, confiando plenamente en su proceso. Algunas tardan más en madurar, otras tardan menos, otras son arrancadas cuando no han llegado a madurar del todo y luego hay otras, que cuando se daban por perdidas empiezan a crecer y a crecer y se convierten en manzanas hermosas.

Sería estúpido pensar que algunas manzanas «llegan tarde», que «ya podrían haber madurado antes», que «están perdidas» así como compararlas con el resto de manzanas ya maduras que les llevan varias colectas de ventaja.

No, la naturaleza no hace eso, simplemente confía y confía y sabe que llegará el momento en el que esa manzana inmadura madurará y crecerá lo suficiente como para llegar a soltarse de la rama que la sostenía, sin intervenir en su proceso ni juzgarlo.

Nuestro sistema educativo, sin embargo, pretende generar manzanos en los cuales todas las manzanas maduren al mismo tiempo y de la misma forma y eso es algo totalmente antinatural. De hecho, si la naturaleza funcionara así, de repente, todas las manzanas madurarían y caerían a la vez y nos quedaríamos sin manzanas de la noche a la mañana hasta la siguiente temporada. ¿Se imaginan qué catástrofe?

Así que recuerda, dile a tu hijo, a tu hija, a tu alumno, a tu alumna, a tu primo, a tu prima que es perfecto y perfecta tal y como es y que cuando llegue su momento dará su fruto. Por favor, dile a ese niño que está «perdido», a aquel «que no cumple con las exigencias educativas», que no es culpable por formar parte de un sistema que por lo general no educa ni respeta el proceso de los niños. Por favor, dile que es perfecto así como es, con sus imperfecciones, que no hay nada malo en él. Dale amor. Perdónale y perdónate a ti después por no haberte dado cuenta antes. Y sobre todo, siéntete inocente tú también pues no supiste hacerlo mejor.

Confía en la vida, confía en estos niños perdidos pues la mayor muestra de amor es respetar el proceso de crecimiento de cada persona.

Feliz fin de semana. 🍎

 Leipzig 3 y 4 de mayo de 2018. EGP.
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