Me importa demasiado lo que los demás piensen de mí. De hecho, diría que condiciona mi vida más de lo que me gustaría imaginar. Siempre ha sido así.
Recuerdo que de pequeño solía volver a casa llorando cuando salía del peluquero porque no me gustaba cómo me había dejado; pero sobre todo, le tenía miedo al rechazo que mi nuevo corte pudiera generar entre mis compañeros de clase.
Por otra parte, solo me sentía guapo, o a gusto conmigo mismo cuando otras personas me lo reforzaban. De no ser así, solía ser bastante duro conmigo mismo.
He vivido odiando la imagen que tenía durante la mayor parte de mi vida. Demasiado rellenito, demasiado bajo, demasiada cara de niño (bueno), demasiado poco rebelde.
Sin embargo, ahora miro esas fotos de nuevo y no entiendo cómo pude ser tan duro conmigo mismo. Veo la belleza en los ojos de ese niño, lo perdono y lo amo. Es pura inocencia, es puro amor. No hay nada malo en él al igual que no lo hay ahora.
No conozco la fórmula para dejar de depender tanto de lo que pensáis de mí, no sé cómo dejar de evaluar mi trabajo en base a vuestros likes y comentarios. Y es que este es un arma de doble filo que no termino de dominar.
Ya es hora de parar, de dejar de mirar tanto afuera para empezar a mirarse a uno mismo. De construir juntas, de caminar lento.
Seguimos
Gracias a tod@s por estar ahí ❤
Peter Slow
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