sábado, 8 de diciembre de 2018

Rompiendo el silencio

Hoy quiero romper mi silencio. Siento que este mensaje puede ayudar a muchas personas. Hace tiempo escribí un texto llamado  "heridas emocionales" y creo que ya es hora de que vea la luz. Hace 4 años ya, cuando estaba en Heidelberg y los primeros síntomas de ansiedad empezaron a asomar mi madre me dijo insistente que fuera a un psicólogo, que me ayudaría. Yo me negué rotundamente; ¿Cómo iba yo, Pedro, el chico guay, aventurero y viajero ir a un psicólogo? Finalmente caí en una depresión tan grave que ir a terapia dejó de ser una opción. Y me cambió la vida. Poco a poco empecé a ir sanando las heridas, enfrentando miedos y sobre todo a conocerme un poco más a mí mismo, a hacer las paces con lo que soy y lo que era. Posiblemente, si no hubiera sido por la terapia no habría dado tantos pasos.
Hoy quiero darle voz a los callados, a las que nos avergonzamos por haber estado en consulta por creerlo síntoma de debilidad. ¿Os imagináis a alguien que se haya roto una pierna y se sienta culpable por no poder seguir andando durante un tiempo? Ya está bien de máscaras, ya estoy harto de las mentiras. Cuando estuve tan perdido y mi madre me dijo que sería bueno que fuera a un psicólogo, rechacé tanto la idea en parte porque no conocía a nadie que lo hubiera hecho antes y menos con mi edad, no tenía referentes. Poco después me fui dando cuenta de que esto no era así, muchas, muchísimas personas se me han ido acercando todo este tiempo y me han dicho: "yo también fui, y pasé por algo parecido pero por favor, no se lo digas a nadie". Yo no quiero seguir con ese juego. Tal vez normalizarlo sea la única manera de que los chavales perdidos que sufren tanto vean una salida, una vía de escape. Que entiendan que no hay nada malo en ellas. Que no hay nada de lo que avergonzarse. Que es de valientes pedir ayuda. Que al igual que hay que curarse las pupas del cuerpo, es necesario sanar las heridas emocionales.

Mucho amor

Pedro

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